jueves, 4 de febrero de 2016

Y llego el día de la punción...

Era un 3 de febrero, un día de invierno como otro cualquiera, si no fuera porque iba a ser el día de mi primera punción folicular. Ese momento que tanto había estado temiendo desde que supe que mi camino iba a ser la fecundación in vitro.

Lo cierto es que soy una acojonada, una CAGONA con mayúsculas. Lo reconozco, no me da ninguna vergüenza. Y el momento quirófano me lleva por el camino de la amargura. Creo que llevo nerviosa desde la última regla, la que confirmó que sí o sí, empezaba nuestra andadura en el universo FIV.

Después de dos semanas de pinchazos de todo tipo, Decapeptyl, Gonal, Menopur, Ovitrelle... mis queridos ovarios ya estaban listos para la punción. Ya no había marcha atrás. A las siete de la mañana de un 3 de febrero como otro cualquiera, me levanté, me duché con un jabón especial que me habían dado en mi centro, me vestí, cogí mi pequeña maleta con las cosas para el hospital y puse rumbo al "epicentro del miedo".

Me acompañaba mi madre porque yo debía hacer el ingreso a las 8.30 de la mañana y medianaranja tenía que entregar su muestra de semen sólo media hora antes de la punción, a eso de las 11 según nos dijeron. Eso suponía que, si me acompañaba, tendría que "extraer" la muestra en un cuartito que tienen en el centro, cosa que medianaranja descartó desde el minuto cero torciendo el morro enérgicamente. La verdad es que yo también prefería asegurar que la muestra llegaba, que ya sabemos tod@s que los nervios son traicioneros y lo mismo nos quedábamos sin espermatozoides para fecundar. Y a eso si que no estaba dispuesta después de todo lo que he pasado, y mucho menos después de entrar a quirófano. Así que decidimos que yo iría con mi madre y medianaranja llegaría más tarde con su muestra, conseguida en la tranquilidad del hogar.

Así que tras despedirnos con un beso y un abrazo, cogí mi coche, pasé a buscar a mi madre y conduje con un nudo en el estómago hasta el hospital. No recuerdo haber estado tan nerviosa nunca, y mira que el día de la histerosalpingografía estuve muuuuuy nerviosa.

A las 8.30 entregué los papeles pertinentes para hacer el ingreso y me llevaron a una sala llena de gente en pijama y esperando lo mismo que yo, que les llevaran a quirófano. Me puse mi camisón, mi bata y mis calcetines de la suerte, me tapé las piernas con el arrullo de Insólita para que me diera calorcito, y me senté a esperar. Mi madre intentaba darme conversación para entretenerme, pero no servía de mucho porque mi cabeza y mi corazón iban a mil por hora.

Dos horas después de haber "ingresado" llegó medianaranja con una sonrisa de oreja a oreja. "Vaya", pensé, "al menos su parte ha ido bien..." Me dijo que ya había entregado la muestra y que le habían comunicado que en breve iban a pasar a buscarme porque ya me tocaba.

Ay Dios!!!! Me tocaba yaaa!!!! Quería que me tragase la tierra, todo me temblaba, y de repente, mi nombre sonó en el altavoz de aquella sala llena de gente en pijama. Sí, era mi hora. Por suerte mi chico y mi madre podían acompañarme casi hasta la puerta de quirófano. Esperamos unos diez minutos, o algo más, no sé, porque en ese momento todo iba demasiado rápido para mí, y me metieron a quirófano.

Era una sala pequeñita en la que dos enfermeras me esperaban para ayudarme a colocarme en el "potro", ponerme la vía y colocarme la pinza esa que se engancha al dedo para ver tus pulsaciones. Una de las enfermeras alucinó con el ritmo que llevaban, la verdad es que hasta yo me asusté un poquito con tantos pi pi pi piiiii y tan seguidos.

- Pero niña qué nerviosa estás, mira cómo están tus           pulsaciones!!!... - la enfermera se llevaba las manos a la cabeza.

Estábamos esperando a que llegaran la doctora (mi doctora-angel de la guarda de la que podría hacer un post, pero no lo haré porque sería hasta empalagoso, es que es taaaaaan dulce) y el anestesista. Llamaron por teléfono para preguntar por el anestesista y al parecer iba a retrasarse un poco porque estaba en una cesárea. Pues nada, a esperar, no era la postura más cómoda, pero qué le íbamos a hacer. Me entretuve intentando hacer que mis pulsaciones se relajaran, respirando hondo, cerrando los ojos y pensando en cosas bonitas, pero nada. Aquel pi pi piiiii seguía retumbando en el quirófano.

Y de repente llegó el anestesista. Me preguntó el nombre, mi peso, si tenía alergia a algo o alguna enfermedad importante y acto seguido la cabeza se me empezó a ir. Sentí una oleada de calor que me inundaba la cara y enseguida me pusieron una mascarilla que no sé que sería, pero me dió mucho sueño. Lo último que recuerdo es que dije...

- H y B, H y B...
- ¿Quienes son esos?- me preguntó el anestesista
- Mis hijos, H y B- le contesté mientras luchaba por no dormirme
- ¿Pero tu tienes hijos o qué?
- No, son mis futuros hijos

Eso fue lo último que dije, o al menos lo último que recuerdo. Lo siguiente fueron unas palmaditas en la cara mientras escuchaba que alguien repetía mi nombre una y otra vez. Abrí los ojos y ví al anestesista y a más gente que no recuerdo si eran las enfermeras o la doctora. Creo que pregunté a ver si estaba en casa ya porque les dió la risa, pero no estoy segura. Me sacaron de quirófano en una cama de hospital y ahí estaban medianaranja y mi madre, esperándome y comentando entre ellos lo "drogada" que estaba (se pensaban que no les entendía, pero ja!, eso sí que lo pille!).

Al de poco apareció mi querida doctora para decirme que había ido muy bien y que habían recuperado 15 ovocitos en total. Y yo me puse a llorar y le dije que eso no podía ser porque en las ecos solo se veían 8, que igual eran óvulos que no servían... En fin, lo que hacen las drogas legales... La doctora me dijo que no me preocupara por eso, que nos veíamos el viernes y que descansara mucho. Y mientras me sacaban de allí en aquella cama con ruedas, una de las enfermeras vino a despedirse y a decirme, "H y B, eh? Vengaaa!". Y yo que seguía entre llorosa y atontada acerté a decir "Por San Blas, la cigüeña verás".

Porque efectivamente, ayer fué San Blas, y hoy es Santa Águeda, la patrona de las embarazadas y la fertilidad según la tradición vasca. No se me ocurre mejor santa, y eso que no soy nada creyente, para acompañar a nuestros embriones hoy, en su día decisivo. Mañana tenemos que volver a consulta y nos dirán cuántos embriones hemos conseguido y de qué calidades. Y se supone que será la transferencia. Si todo ha ido bien, dos estrellitas se volverán a casa conmigo.





P.D: No quería cerrar este post sin comentar que en lo que se refiere a las horas post punción, no he tenido dolores importantes, un poco de dolor de regla quizá, pero me tomé un paracetamol y se me pasó. Lo peor ha sido el sobre de Zitromax 1gr que me mandaron tomar nada más llegar a casa. Me sentó fatal, me puso muy mal cuerpo y me tuvo buena parte de la tarde en el baño con diarrea. Pero hoy ya estoy bien, y deseando que mañana nos den buenas noticias!!!


2 comentarios:

  1. Bueno, niña, parece que todo ha ido muy bien no? Ya ha pasado lo peor. Madre me imagino yo a mí misma medio grogui hablando... si ya de normal soy de decir mil paridas no quiero pensar lo que soltaré por la boquita cuando esté en los mundos de la piruleta... jajajaja.

    Te deseo mucha suerte mañana, ojalá, salgan adelante esos 15 valientes y tengas unos óvulos de buena calidad. H y B están a la vuelta de la esquina!!!!

    Besikos!!!!

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  2. ufff si, lo peor ya ha pasado por suerte. Ahora el resto ya no está en nuestras manos. Sólo queda esperar. Esperar a que tengamos suficientes embriones, esperar a que se quieran quedar con nosotros después de la transfer, (des)esperar en la betaespera... jajajaja creo q serán días durillos también, pero al menos sin quirófano de por medio, que les tengo auténtico pánico. Os iré contando cuáles son las novedades. Espero que las dos tengamos buenas noticias pronto. Besosss!!!

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