domingo, 27 de septiembre de 2015

Quinta inseminación artificial... negativa

Y una vez más el test de embarazo se negó a enseñarme esa segunda rayita que sé que esconde en alguna parte. Quinta inseminación, quinto negativo. Enésima derrota, pero hay que seguir adelante. 


Ayer cuando volví a entrar al baño después de esperar unos cinco minutos para que el resultado del test fuera definitivo, en el fondo ya sabía lo que me iba a encontrar, no estaba nerviosa como las primeras veces, me imaginaba que iba a ser negativo, sobre todo porque el día anterior había estado manchando marrón a ratos. 


Al principio, cuando ví la mancha marrón clarito, mi corazón dió un vuelco y empezó a revolucionarse. "¡Sangrado de implantación... sangrado de implantación!", eso fue lo primero que pensó mi cabeza y acto seguido mi corazón reaccionó emocionándose. Pensé en correr al ordenador y escribir en el blog, quería compartirlo con tod@s vosotr@s. Pero entonces mi cabeza volvió a razonar e hizo cuentas. Imposible, la implantación se produce entre ocho y diez días después de la ovulación, yo estaba a catorce días de eso. No. De ninguna manera podía ser sangrado de implantación. Así que empecé a preparme para el negativo unas 24 horas antes para que el golpe fuera menor. 


Tras ver una única raya en el test salí del baño, le dí un beso y un abrazo a medianaranja que estaba cabizbajo escondido entre las sábanas de la cama, y me fuí a la cocina a hacerme un café bien cargado y con mucha espuma. Un reconfortante desayuno mientras me hacía, de verdad, a la idea de este negativo que supone pasar a la siguiente fase: FIV. Desayunaba y pensaba, con la mirada perdida en las baldosas de la cocina, mientras saboreaba el delicioso toque amargo del café. Amargo y dulce a la vez, como el futuro que me espera. No queda otra que mentalizarse para lo que viene, y en eso estaba... pensando en todo lo que voy a tener que pasar en los próximos meses.


Más hormonas... (sorbo de café)... punción... (buen mordisco a mi tostada)... transferencia... (dos o tres sorbos de café)... betaespera... (si fumara le habría pegado una larga calada al cigarrillo)...


Tristeza, nervios y miedo. Eso es lo que siento desde ayer por la mañana. Eso, y la certeza de que cueste lo que cueste no me voy a dar por vencida, de que por mucho miedo que me dé, voy a hacer todo lo que esté en mi mano.


Dejé a medianaranja trabajando en un proyecto en casa, me preparé y me fuí a la calle a hacer la compra de la semana. Era un sabádo de esos que empiezan fríos, con bruma, pero que de repente despejan y dejan salir el sol, que te va calentando poco a poco, casi sin darte cuenta, como un abrazo inesperado que llega en el momento justo. Empecé a sentirme con más fuerzas, mejor de ánimo y entré al supermercado un poquito más optimista. Hasta que llegué a la charcutería... ¡No os vais a creer lo que me pasó! 


Cogí número y como ví que quedaban unos diez hasta el mío, me fuí a por unas verduras que me hacían falta. Cuando volví, estaban dos números por delante del mío. Pensé, no pasa nada porque hasta cinco números te guardan el turno... De todas formas pregunté a la charcutera, pero no me pudo contestar porque una señora de unos setenta años, de pelo corto y blanco y cara avinagrada, lo hizo por ella. 

"¿No ves que ya está en el 46? Tu turno ya ha pasado". 

No fue el hecho de que se me pasara la vez, fue cómo me habló aquella mala mujer. Con su voz amarga y su tic en el cuello. Me dirigí a coger otro número y sin poder evitarlo las lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Yo intenté impedirlo por todos los medios, pero mis ojos se humedecían más y más. Inspiraba y expiraba... uno, dos... Me concentré en la estantería de los quesos en lonchas. Gouda, edam, havarti, light, sin lactosa... Y las lágrimas se detuvieron poco a poco.


Y yo pensando que estaba bien... Pues no lo estaba. No lloré al ver el negativo, pero el dolor se quedó ahí, agazapado, esperando el momento adecuado. Porque las lágrimas no se pueden hacer desaparecer. Podemos retrasarlas, camuflarlas, pero siempre acaban saliendo. Y a mí ayer me salieron en la charcutería. Hice la peor compra de la historia, se me olvidaron la mitad de las cosas, pero al menos aprendí algo, que no es malo llorar con cada derrota y que es mejor llorar en casa, con los tuyos, que fuera y rodeada de desconocidos.

24 horas después otra vez vuelvo a levantar la cabeza y a poner la vista en el futuro. Hoy ha venido ya mi amiga "la de rojo", y eso signfica que en dos días tengo que empezar a hacerme análisis y a tomar una nueva medicación. Un paso previo para la in vitro. Se llama test de clomifeno y en mi próximo post os contaré los detalles, porque de ese test depende que la siguiente fase sea por fin el final del camino.



¡HASTA PRONTO!

4 comentarios:

  1. Hola Lorarte, ya te escribí el otro día (soy la del blog http://viajandohastati.blogspot.com). Me ha encantado este post tuyo. Me siento taaaaaan identificada... Y lo cuentas tan bonito y tan bien.. He vivido lo mismo en varias ocasiones ya. Solo espero que no me toque hacerlo esta vez y, si no queda otro remedio, espero llorar en casa y levantarme rápido de la caída para volver a alzar el vuelo.
    ¡Besos verdes de esperanza!

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    1. Ainnnssss.... si es que todas vivimos las mismas cosas al final. Tan diferentes y tan iguales a la vez. Espero que esta vez te toque llorar de felicidad y que tengas tu positivo.
      Un besazo!

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    2. Ainnnssss.... si es que todas vivimos las mismas cosas al final. Tan diferentes y tan iguales a la vez. Espero que esta vez te toque llorar de felicidad y que tengas tu positivo.
      Un besazo!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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