Después de poco más de una semana de pinchazos, llega el día de la inseminación. Normalmente será 36 horas después de pincharnos el ovitrelle y para mí, aunque paso muchos nervios, suele ser un día ilusionante.
Hasta ahora me he hecho dos inseminaciones, las dos negativas, pero no pierdo la esperanza ni las ganas de ser madre. Es verdad que los negativos son un golpe muy duro, pero se sale. De verdad, con un poco de fuerza y de ilusión se sale.
El día de la inseminación, al menos para mí, transcurre más o menos así. A las once de la mañana tenemos que entregar la muestra de semen. A nosotros nos insisten mucho en que no debe pasar más de media hora desde la extracción hasta el entrega, así que lo tenemos todo muy calculado, porque sólo el trayecto al hospital son unos 25 minutos. Una vez entregada la muestra, debemos esperar hora y media hasta la inseminación. Siempre me la hacen sobre las doce y media y para esa hora yo tengo que tener la vejiga llena. Es muy importante ir a la inseminación con muchas ganas de hacer pis, al parecer facilita las cosas a los médicos.
Sobre las doce del mediodía comienzo a notar los dolores de ovulación. Suelen ser bastante evidentes, algo normal ya que suele haber más de un óvulo intentando romper el folículo para salir. A las doce y media aproximandamente llega el momento. A mí me dijeron cuando fuí la primera vez que no me iba a doler, que no se notaba nada, pero sí que lo noté. Me molestó bastante, aunque he de decir que es muy rápido y se aguanta sin problemas. La segunda sin embargo no me dolió nada de nada.
Te ponen un espéculo para encontrar el cuello del útero y después te meten un catéter por donde introducirán el semen que previamente ha pasado por el laboratorio. Con una jeringuilla cogen toda la muestra (recordemos que ahí sólo van los mejores "bichitos") y la introducen directamente en el útero a través del catéter. Et voilà, la suerte ya está echada. Hay a quien le tienen un rato reposando en la camilla, pero a mí me despachan seguido. Al principio me preocupaba eso de levantarme tan rápido, por si "se salía" todo. No quería perder ni uno sólo de los espermatozoides que me habían introducido, pero lo cierto es que una vez que te los meten, no sale absolutamente ninguno. Yo inspeccionaba el papel higiénico cada vez que iba al baño, y nada.
Las horas que siguen a la inseminación son un poco fastidio. Es el momento de la ovulación y las hormonas hacen que todo se intensifique. Yo suelo estar bastante incómoda, como hinchada y dolorida. Si estoy sentada y me levanto, me dan pinchazos y sentada simplemente, dependiendo de la postura, también me molesta. Como mejor se está es tumbada, pero no siempre se puede hacer reposo y tampoco es un dolor insoportable, así que no os agobiéis si teneis que ir a trabajar, porque el reposo no aumenta las posibilidades de embarazo.
Hay que intentar hacer vida normal y no pensar en ello, pero es muy difícil, sobre todo porque las dos semanas que tendremos por delante pueden ser una auténtica tortura. Mi consejo, elemental pero necesario, es que no os comáis la cabeza. Yo, sin embargo, nunca he llegado a conseguirlo.
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