lunes, 3 de agosto de 2015

¿Cuándo me olvidé de ser normal?



Vuelvo de las vacaciones con una reflexión a la que le he dado alguna vuelta que otra estos últimos días. Os conté en mi último post que este ciclo íbamos a descansar porque estábamos agotados física y mentalmente. Creo que no podíamos haber tomado una decisión más acertada porque estas últimas tres semanas me he sentido por primera vez en mucho tiempo NORMAL. 

Ya no me acordaba de lo increíblemente bien que sienta ser una mujer normal, con una relación de pareja normal y una vida de lo más normal. Sin pinchazos, ni ecografías, sin análisis, ni medicación... sólo las cosas normales y los problemas normales de una persona como otra cualquiera. 

Por primera vez en varios meses creo que he sido feliz al 100%, feliz sin peros. Sin comerme la cabeza, sin preguntarme a cada minuto qué será este dolorcillo raro de aquí o allá, feliz sin la dichosa cuenta atrás por saber si esta vez tendremos nuestro positivo. Este mes ya sabemos que es más que improbable que haya dos rayitas en el test de embarazo, es más, seguramente ni siquiera llegaremos al temido "pipitest", mis reglas siempre se adelantan, así que eso que nos ahorramos.

Lo mejor de todo, además de no pensar en nada que no sea disfrutar de las vacaciones, es que POR FIN hemos tenido sexo normal. Sexo del bueno, sin preocupaciones, del que se disfruta de verdad porque el único objetivo es sentir placer, algo que muchas veces olvidamos cuando nos centramos en buscar familia. 

Durante los meses en los que nos hemos sometido a inseminaciones ariticiales tener sexo espontáneo del que te deja agotado, sudando y casi sin respiración, no era una opción. Primero porque hay que guardar abstinencia de tres a cinco días antes, y luego, después de la inseminación, porque los dolores y la progesterona dificultan bastante las cosas. Así que se puede decir que nuestras relaciones sexuales se limitaban a una vez al mes justo después de que la regla se fuera y calculando siempre que cuadrara para clavar los días de abstinencia. A partir de ahí sólo había una cosa: tediosa espera.

En resumen, que este mes de descanso ha sido una maravilla, y bueno, todavía me queda otra semanita de desconexión. La única pega es que me toca volver a trabajar, así que seguramente las cosas no van a ser tan "de color de rosa". Está claro que lo bueno dura poco, pero ¡que me quiten lo bailao!



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