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domingo, 3 de abril de 2016

La vida infértil: La historia que me atormenta


Hoy estreno mi nueva sección "La vida infértil" y lo hago abriéndoos mi corazón. Os voy a contar una de mis experiencias más dolorosas y que más me atormentan. Por más que intento borrarla de mi mente, no puedo, la culpabilidad me persigue, y eso que he pedido perdón una y mil veces. Esta "historia de mi vida infértil" que por fin me atrevo a contar hoy es la prueba, o así lo veo yo al menos, de lo KO que nos deja toda esta lucha contra la infertilidad. Tanto que ni siquiera somos nosotras. Por eso nos pasan cosas que jamás creímos que nos pasarían.


No me resulta nada fácil contaros esta pequeña parte de mi vida, por aquello del miedo a ser juzgada etc... pero voy a hacerlo, porque creo que es posible que a alguien le haya pasado algo parecido, si no igual, y quizá a ese alguien le ayude saber que no es tan raro lo que le pasó. Aquí estoy yo para demostrarlo.

Empezaré por el principio. Allá por febrero de 2014 nos pusimos medianaranja y yo "manos a la obra" para intentar tener familia. Esa historia ya os la sabéis. Pero hubo alguien que se enteró mucho antes que vosotr@s de esta búsqueda que por entonces acababa de empezar . Mi madre, por supuesto, y mi mejor amiga. Ella lo supo desde el primer mes, desde el primer negativo. Siempre me decía que no me preocupara, que algún día llegaría, que hay gente a la que le cuesta... Me animaba, vamos. Podría decirse que era mi confidente.

Fueron pasando los meses y no lo conseguíamos, pero a nuestro alrededor sí. Otras amigas se fueron quedando embarazadas, lo anunciaban y yo sonreía y las abrazaba mientras luchaba por olvidarme de mi último negativo. Ellas no sabían que yo llevaba tiempo intentándolo y me regalaban frases del tipo "chica pensaba que a estas alturas ya habrías anunciado tu embarazo, me has decepcionado, jajajaja..." o "anímate, nosotros ya ves, a la primera, en la luna de miel y casi sin intentarlo". Los típicos comentarios que se hacen sin mala intención, desde la más absoluta ingnorancia, pero que se te clavan como puñales. En esas ocasiones, era mi mejor amiga quien venía a preguntarme a ver qué tal estaba, a animarme.

Siguieron pasando los meses, ya llevábamos 9-10 intentándolo, y empezamos a probar cosas: la maca, las vitaminas, la onagra, los test de ovulación... Yo le iba contando todo a mi amiga. Una noche que estábamos de fiesta le dije, por primera vez y con todas las letras, lo duro que era todo esto. Ella ya sabía que lo estaba pasando mal, pero me sinceré del todo. Le conté lo cansada que estaba, que sentía que empezaba a no ser yo, que la situación podía conmigo. Le dije que si algún día necesitaba mi ayuda, ahí me tendría . Le ofrecí mi apoyo incondicional. Ella me dijo que por sus reglas irregulares (a veces podía estar meses sin período), tenía claro que le iba a costar también. Yo le dije que podía ser, pero que nunca se sabe. Y le pregunté si tenían pensado empezar a intentarlo. Su respuesta fué NO.

Un mes después medianaranja y yo nos fuímos lejos, muy lejos, de vacaciones, para desconectar. Lo necesitábamos y nos cogimos tres semanas para irnos donde nadie más que nosotros importáramos, aunque sólo fuera por algunos días. Fue el mejor viaje que hemos hecho, y pensé que volveríamos tres. Pero no fue así, relajarnos tampoco sirvió para nada. Cuando volvimos mi amiga me preguntó qué tal estaba y le dije que desconectar me había ayudado y que estaba algo mejor.Volví a insistirle en que si alguna vez me necesitaba, no dudase en recurrir a mí. No me contestó, sólo me dijo que se alegraba de que estuviera mejor.

Mi madre siempre ha dicho que yo soy un poco bruja, y creo que razón no le falta. Dos semanas después de volver del viaje tuvimos una cena con las parejas. Dos de ellas ya habían anunciado que estaban embarazadas hacía meses, pero había una tercera embarazada en esa mesa, y no era yo. De repente, en medio de la cena mi mejor amiga dijo:

- Chicas, que tengo algo que deciros, que estoy embarazada...

Fue escuchar esas palabras y una especie de goooong!!! retumbó en mi cabeza, dejando ese eco de pitido sordo en tus oídos que hace que todo lo que está pasando a tu alrededor parezca irreal. Pero era real, muy real. Y todavía hoy lo recuerdo tan nítido, tan claro. Su cara de felicidad, mezclada con una especie de alivio de por fin lo he dicho... Y acto seguido me miró a mí. Me miró a los ojos buscando una reacción. Pero no la hubo, porque me quedé sin pulso, sin aire, sólo ese goooooong!!! sonando infinito en mi cabeza.

No podía creérlo. Yo le había estado contando el paso a paso de mi búsqueda, mis fracasos, mis miedos, le había hecho mi confidente y le había tendido mi mano. Y ella no habia sido capaz de sincerarse conmigo. No lo entendía, no me lo creía más bien. En mi cabeza sólo rondaba una pregunta: ¿Por qué?. ¿Por qué después de tantos años, y después de meses de ser mi única confidente me entero así? ¿Por qué no ha confiado en mí? Medianaranja debía de estar pensando lo mismo, porque no paraba de decirme al oído "¿pero no te había dicho nada? ¿no lo sabías? no puede ser..."

Pues así fue. Todo el mundo se levantó a felicitarla y yo no pude ni darle dos besos, la felicité en la distancia, con un triste "enhorabuena" que no sé ni cómo salió de mi boca. Esa no era yo. Esa persona que estropeó la noticia más importante de la vida de su mejor amiga no era yo. Pero así fué como pasó. No fué el hecho de que estuviera embarazada, las que me habéis leído sabéis que eso, aunque me dé envidia, no me deja KO. Fué el descubrir que a pesar de que yo había puesto mi confianza en ella, no fue recíproco. Mi mejor amiga decidió no hacerme partícipe de la noticia de su vida. Y me sentí sola, muy sola. Sentí que si ella me fallaba, era como no tener amigas.

Hablamos largo y tendido al día siguiente de lo que había pasado. Yo le llevé un muñequito de peluche para su futur@ hij@, le pedí perdón una y mil veces, le dije que lo sentía, que no tenía excusa, lloré lo inllorable... Ella me miraba como sin saber qué decir, todavía hoy no sé si llegó a entenderme o me perdonó por pesada. Me dió sus explicaciones. Me dijo que no pensó que se iba a quedar embarazada a la primera de cambio y que por eso no me lo contó, que si hubiera tenido problemas claro que hubiera recurrido a mí. Sin embargo, al quedarse al primer intento se sintió mal y no supo cómo decírmelo. Dijo que no quería hacerme daño y que pensó que dar la noticia en grupo sería mejor, que no se imaginaba que eso me iba a hacer daño.

Esta es mi historia, una de las peores experiencias que he vivido en esta vida infértil con la que me ha tocado pelear. Me arrepiento muchísimo de mi actitud aquella noche, en aquella cena, me atormenta cada vez que la recuerdo, pero ya no hay vuelta atrás. Lo hecho, hecho está. La cagué, punto. Y me hicieron daño, mucho daño. Esas son las dos conclusiones que saco de aquella fatídica noche.

No quiero excusarme, tenía que haber tragado saliva y haberme comportado como una persona normal. Pero no pude, mi yo infértil no me lo permitió. Y nunca me lo perdonaré. No importa las veces que ella me haya dicho que está olvidado. Yo no lo olvido, no me lo perdono. No sé si algún día podré hacerlo. Creo que contarlo hoy ha sido el primer paso.

Ahora espero vuestras historias. ¿Os ha pasado algo parecido, diferente pero igual de doloroso, algo surrealista que nos haga reír? Mándame tu historia de la vida infértil a lorartemail@gmail.com