Mostrando entradas con la etiqueta luchando por ser madre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta luchando por ser madre. Mostrar todas las entradas

miércoles, 11 de mayo de 2016

La vida infértil: "La chica que soñaba con una rosa (II)"

Llevo días queriendo escribir este post, pero no encontraba el momento y quería hacerlo bien. Como se merece Sarita. Much@s la conoceréis ya porque hace poco más de una semana su historia de la vida infértil os conmovió. A esa historia le faltaba el desenlace, el final que todas esperábamos que fuera feliz. Hoy quiero contaros cómo han sido los últimos dias para Sarita. Os lo debo. Se lo debo.
Como sabéis (y si no podéis poneros al día en este post), ella quería haberse hecho el TE el domingo 1 de mayo, el día de la madre. Sin embargo, el miedo al fracaso pudo más y decidió esperar a la beta, con la esperanza de poder llevarse una alegría más adelante. Los días fueron pasando y la regla no aparecía, tan sólo algún ligero manchado marrón muy puntual. Un "ligero manchado marrón"... "puntual"... ¿a alguien le suena eso? ¿Si, verdad? Pues efectivamente Sarita pensó lo que todas habríamos pensado en su lugar: MANCHADO DE IMPLANTACIÓN. Y eso significa empezar a soñar...

Nunca había estado tan cerca del positivo así que creí que por fin estaba embarazada y empecé a echar cuentas... Nacería para Reyes (ay! madre! pueden ser gemelos!), tendré una barriga ya enorme para diciembre y todos mis regalos de Navidades serán cositas para el/los bebé/s. En verano ya empezaré a lucir tripita y tendré que contárselo a mis compañeras del bar para que me ayuden y se encarguen ellas de las tareas que implican coger peso. A ellas les encantan los niños y sé que les hará mucha ilusión cuando se enteren de la noticia. Del gimnasio me borro, lógicamente, le escribiré un mensaje a mi monitora por facebook y le diré que me he lesionado y que de momento voy a parar de ejercicio... Luego en julio, si todo va bien me apuntaré a pilates o a yoga porque me vendrá bien moverme un poco... El salir a correr se acabó, aunque saldré a andar con mi perra y daremos muchos paseos los tres (o cuatro, quién sabe). ¿Cómo se lo digo a mi padre? ¿Le hará ilusión? Mi hermana se va a volver loca, le encantan los críos y lleva mucho tiempo pidiendo un sobrinito. Pero la que más contenta se va a poner va a ser mi suegra... estoy deseando contárselo!!! Este verano será el último que viajemos mi novio y yo solos en las vacaciones de verano... Podríamos hacer algún viaje algo más largo porque sospecho que en unos añitos no podremos ir a algunos sitios... Me encantaría ir a Italia... ¿Cómo se llamará(n)? Será niño o niña??? Que venga bien por dios... el resto me da igual. Tenemos que comprar mil cosas... seguro que mis primas me pueden dejar alguna cosilla de sus hijos... ¿cómo nos organizaremos cuando nazca(n)? Si mi hermana no trabaja puede ayudarme cuando yo tenga que ir al bar... 

Su cabeza iba a mil por hora. Haciendo planes, visualizando momentos soñados. Nada que no hayamos hecho ninguna de nosotras cuando pensamos que el positivo está cerca. Yo he pensado tantas veces todas esas cosas: se acabó el gimnasio, vacaciones con barriguita, la cara de mi madre cuando se lo diga por fin... Siempre que lo pienso lloro de emoción, no sé cómo será ese día en cuestión, pero en mi imaginación de infértil no paro de llorar.
Me estoy liando y hoy no es de mí de quien quiero hablaros. Es que me identifico tanto con los sentimientos de Sarita... El caso es que en todo esto pensaba los días antes de la beta. Sin regla, sin síntomas y con muchos planes en la cabeza. Pero no pudo ser. El pasado viernes por la mañana fue a recoger los resultados de la beta, y ahí se acabó todo (de momento, ¡ánimo Sarita!)
No debería haberme imaginado todas esas cosas, pero lo hice. Y aunque intenté mentalizarme con frases del tipo... "Mantén la cabeza fría... La inseminación tiene pocas opciones... Tienes tres intentos de FIV aún...",el palo fue el mismo.
La vida sigue... después de pasar un finde divertido con amigos porque teníamos un viaje planeado a Alicante desde hacía tiempo. El sábado corrimos una carrera de obstáculos, la más dura que he hecho hasta ahora pero también de la que más orgullosa me siento. Al llegar allí y ver lo dura que iba a ser no hacía más que repetirme: "yo no debería estar aquí... debería haber cancelado el viaje por mi embarazo...". Me impresionaron mucho algunos de los obstáculos, sentí miedo... "no quiero correr, chicos..." le dije a mi novio y a mi otro amigo. "Vamos, tú puedes hacerlo, nosotros te vamos a ayudar, iremos a tu ritmo...". Y corrí la carrera... los 6 km más duros que he corrido jamás... Acarreando sacos de piedras y neumáticos, subiendo escaleras y cuestas super empinadas, bajando por terraplenes de tierra donde casi había que dejarse rodar por lo empinado que estaba el terreno. Me tuve que deslizar por tubos de cuatro metros de largo agarrándome con mis piernas y antebrazos, meterme por el agua del mar que estaba muy fría, arrastrarme bajo alambradas de espino, saltar muros de dos metros, trepar por una cuerda que daba tanto vértigo que apenas pude subir un metro y me tocó hacer flexiones como penalización... Y después de hora y media llegamos a la meta y nos colgaron una medalla...

No lloré cuando recibí el negativo de la beta. Tampoco lloré al llegar a casa porque no quería que mi novio me viera pasándolo mal. Tampoco lloré esa noche porque estábamos con nuestros amigos. Ni lloré el sábado por la mañana cuando me bajó la regla porque me preocupaba más lo que iba a encontrarme en la carrera. Pero cuando cruzamos la meta si lloré y qué manera de llorar. Por un lado, la emoción de haber conseguido terminar la carrera, pero por otro lado creo que descargué toda la rabia que llevaba dentro. Y digo rabia y no tristeza porque me parece muy injusto estar pasando por todo esto.
La semana pasada tuve un sueño... soñé que estaba embarazada y que por fin sería mamá. Fue un sueño bonito porque me tuvo varios días sonriendo. Pero mi vida sigue donde la dejé el día que me hice la beta. Hoy tengo el cuerpo lleno de moratones y el recuerdo de una experiencia alucinante. Esta tercera IA me ha marcado para siempre. Es el fin de un tratamiento y el inicio de una etapa nueva en mi vida. Pero también ha marcado mi carácter... no tiene por qué ser negativo, pero ahora mismo me cuesta verle la parte positiva. Al igual que los moratones de mi cuerpo, la rabia que tengo también se irá y estaré bien.

Gracias Sarita, una vez más, por abrirnos tu corazón y dejarnos ver tus sentimientos. Esa rabia que dices que tienes ahora, es normal, pero se irá. Poco a poco volverás a coger fuerzas. Parte de esa ira la soltaste al llegar  a meta. El dolor que pudiste sentir en esa carrera de obstáculos se convirtió en una metáfora de lo que has pasado durante esta betaespera y a lo largo de estos tres últimos años. Por eso lloraste.

La vida infértil es precisamente eso, una carrera de obstáculos en la que te caes, te haces daño, lloras, pataleas, te enfadas con el universo. Pero al final llegas a meta, de una forma u otra llegas. Algún día conseguirás tu rosa. De momento te has ganado la medalla de madre invisible. Porque nadie nos ve, pero estamos ahí, luchando cada ciclo por dar vida a nuestros sueños. Somos, y tú eres un ejemplo más, auténticas supervivientes. Fíjate bien, lo pone en tu medalla.




No te rindas nunca.


lunes, 5 de octubre de 2015

Va por NOSOTRAS

Últimamente me he dado cuenta de que me fijo en cosas que antes pasaban desapercibidas para mí. No es que antes fuera más despistada y ahora por arte de magia haya cambiado. No, no es eso. Creo que la razón es que toda esta dura lucha me está haciendo sentir cosas que nunca habría imaginado. Esta lucha me está cambiando.


La prueba es que esos pequeños detalles que ahora se han hecho visibles para mí habían estado ahí toda la vida, sólo que yo no los veía. Quizá fuera porque por aquel entonces verlos no me iba a aportar nada, y ahora en cambio descubrirlos me ayuda a seguir adelante.


Hace no mucho escribí en uno de mis posts una "carta imaginaria" a la Cigüeña. Fue un mensaje que me salió de dentro, lo escribí en cuestión de minutos, casi sin pensarlo. Y todo porque el día anterior había visto volar sobre mí, como a cámara lenta, una cigueña. Ese momento fugaz fue como una revelación y se me quedó grabado. Me pareció que hacía años que no veía una cigüeña, y lo interpreté como una señal de ánimo, de fuerza. Algo metafórico, sin duda, incluso cursi si me apuras. Llamádlo como queráis, pero me ayudó. 


Lo cierto es que creo que no hacía tanto desde la última vez que ví una cigüeña, seguramente habré visto muchas en los últimos años, lo que pasa es que hay veces, dependiendo de nuestro estado de ánimo, que miramos sin ver. Igual que miramos el mar sin ver su inmensa profundidad, ni sus peces; igual que miramos una obra de arte y no somos capaces de ver nada. Dicen que todo es cuestión de perspectiva y, muy seguramente, eso es cuestión del estado de ánimo.


Por eso creo que ahora veo cosas que antes no y busco razones para seguir luchando a mi alrededor. El otro día me pasó en plena calle, un día como otro cualquiera. Caminaba pensativa y al pasar por delante de un portal, un portal por el que ya he pasado mil y una veces, me encontré con esto.




Para muchos, una pintada como otra cualquiera; para mí una frase de aliento en un momento duro de mi vida. Poco importa quién o por qué lo escribiera, porque esas palabras son aplicables a muchos aspectos de la vida. Le puede servir al enamorado, a alguien que lucha por superar una enfermedad, o a quien pelea contra viento y marea para conseguir el sueño de ser madre. Sé que no es la frase del año, y seguramente no pasará a la historia, pero a mí me sirve. En este momento de mi vida necesito tenerla muy en mente. Porque si algo tenemos todas nosotras es un corazón valiente. Un corazón valiente para seguir adelante, para superar los miedos y para conseguir lo imposible. Por eso hoy este post VA POR NOSOTRAS.