
Pido perdón porque sé que algunas habéis estado pendientes de mis noticias estos tres últimos días. Mil perdones, de verdad, me han llegado vuestros mensajes y sé que debería haber escrito antes para manteneros al tanto, pero no podía, no tenía fuerzas. Éste ha sido el negativo más duro con diferencia, me ha dolido especialmente.
Lo último que escribí en el blog fue la carta a "Mi pequeña estrellita luchadora", que se ha convertido por cierto en la entrada más leída en muy poco tiempo. Esa carta tiene todo mi corazón y sentimientos volcados. Esa carta es el amor de una madre a su futur@ hij@, un amor que quise transmitirle desde el minuto cero para intentar animarle a que se quedara conmigo para siempre.
Sin embargo, no ha podido ser. Mi pequeña estrellita, mi luchador, mi único superviviente no pudo agarrarse fuerte. Seguro que lo intentó, pero desde el principio tenía las cosas muy muy difíciles. Era un embrión de calidad C, eso significa pocas posibilidades de implantación, y además me lo transfirieron a día dos. Era tan pequeñito, tan frágil... tenía tanto en contra... que aunque quise darle todo mi amor, fue imposible.
Disfruté los primeros días pensando que estaba dentro de mí, luchando con todas sus fuerzas. Le hablaba, le ponía mis películas Disney favoritas, le cantaba tonterías y medianaranja le besaba cada noche a través de mi barriguita para que le quedara claro que ahí estaba su hogar. Pero no ha podido ser. Y en cierta manera lo intuía, aunque no quise verlo hasta que me bajó la regla.
En el fondo yo empecé a perder la esperanza poco a poco a partir de la primera semana de betaespera porque los síntomas eran calcados al resto de esperas (las de las inseminaciones artificiales, que aunque no eran "oficialmente" betaesperas porque no me hacían analisis de sangre, sí que eran esperas con psicosíntomas y progesterona por un tubo).
Me explico, la primera semana de espera siempre tengo pequeños pinchacitos en el útero, molestias leves, y los pechos hinchadísimos y muy doloridos. A partir de la segunda semana los pechos se van desinflando, dejan de doler y empiezan unos horribles y dolorosísimos tirones en el útero, comienzan en el centro del útero y llegan a los ovarios, como tirando de ellos. No sé, son muy raros. Después, cuatro días antes de la beta o del TE, se van todos, y digo TODOS, los síntomas de repente. Así, sin más, desaparecen. Y la que aparece luego es mi amiga la de rojo.
Ya sé que las que se han quedado embarazadas y han pasado por muchas betaesperas dicen que no hay mucha diferencia entre los síntomas de unas y de otras, que no hay que venirse abajo hasta que la beta "hable", pero una empieza a conocer ya demasiado bien a su cuerpecito menudo y dopado. Nunca pierdo la esperanza hasta el final, que conste, por eso me llevo los palos que me llevo, pero siempre me lo huelo subconscientemente. Es un sentimiento que está ahí, casi sin querer. Como una vocecita que de cuando en cuando me dice bajito
"Psssss, pssssss, ya sabes que lo más probable es que vuelva a ser negativo porque todo está siendo demasiado igual que las anteriores veces, ¿no?"
Y sí, claro que lo sé, pero siempre intento mantenerme positiva, hasta que llega el negativo. Y esta vez también llegó. Estaba sola en casa y me pilló completamente desprevenida. Medianaranja y yo habíamos decidido que nos haríamos un TE por la noche, para no ir al día siguiente a la beta a verlas venir. Queríamos estar preparados, sobre todo yo, que era a la que iban a llamar y me iba a pillar sola en casa y sin nadie a quien agarrarme por si el golpe me tumbaba. Pues eso fue lo que pasó. Que la regla me pilló por la mañana, sola, con mi único soporte, la otra mitad de esta lucha, en el trabajo, en otra provincia y en una reunión importante de la que llevaba toda la semana hablando.
¿Y qué hice yo? Pues comerme el marrón solita. No le llamé para no preocuparle y me pasé la mañana llorando desconsolada. Al menos tuve el apoyo de la #infertilpandy, que me hizo sentir muy arropada. No sé que haría sin vosotras chicas, sois un apoyo fundamental, mi bombona de oxígeno cuando la infertilidad me ahoga. Gracias a vosotras sobreviví a una mañana horrible, luego llegó la tarde y tuve que ir a trabajar con ojos de sapo y cara de moco, pero fuí. Y llegó la noche y todavía no se lo había dicho a mi chico.
Salí un poco antes del trabajo, con permiso de mi jefa que sabe de lo mío y me apoya por suerte, y a las diez de la noche llegué a casa. Nada más entrar por la puerta y verme la cara vino a abrazarme, supo lo que pasaba. Me miró, me encogí de hombros y no me hizo falta decir nada. Él entendió que esta vez tampoco había salido bien. Me dijo que había perdido las esperanzas cuando le dije que no notaba nada diferente a otras veces, sino todo lo contrario. Me aseguró que si no lloraba era porque se había estado preparando los últimos días. Algo que no había hecho yo, al menos no al 100%. Y por eso el golpe fue el que fue.
¿Y ahora qué?
Ahora toca volver a levantarse, y en ello estoy. Toca buscar respuestas y un nuevo camino con más garantías. Eso significa dejar la SS, a cuyos profesionales, buenos profesionales, agradezco su ayuda este último año, y empezar a buscar clínica privada. De quince óvulos sólo conseguimos tener un embrión transferible y eso nos lo pone muy difícil. Ahora somos conscientes de que vamos a necesitar mucha ayuda y los mejores equipos, la mejor tecnología, para tener más posibilidades. Y eso, por desgracia, sólo se consigue pagando. En próximas entradas os iré contando. Tengo tres posibles clínicas en mi lista, pero quiero informarme bien de todo antes de dar ningún paso.
Termino ya, volviendo a pedir perdón por mi desconexión de estos últimos dias, no sólo en el blog, también en la #infertilpandy. No he podido meterme demasiado en Twitter porque no quería leer nada de síntomas, betaesperas, etc... necesitaba no pensar demasiado en eso. Así que mil perdones, y mil gracias también por haberme vuelto a acoger con el cariño que os caracteriza cuando he decidido volver.
¡SEGUIREMOS LUCHANDO!